Mujeres de la
Biblia
Rivkah (Rebeca) Y dijo Avraham a un siervo suyo, el más viejo de su casa, que era
el que gobernaba sobre todo lo que tenía: «Pon ahora tu mano debajo de
mi muslo. Y te juramentaré por HaShem, Elohim del cielo y Elohim de la
tierra, que no tomarás mujer para mi hijo de las hijas de los Kenaanim,
entre los cuales yo habito. Sino que irás a mi tierra y a mi parentela,
y tomarás mujer para mi hijo Yitzchak». Ahora nos encontramos inmersos en plena era patriarcal. Había reglas que debían ser observadas por diferentes pueblos, y éstos Habiri eran celosos de su sistema endogámico. El patrón manda a su siervo a buscar una mujer para su hijo – aparentemente, el hijo no fué ni siquiera consultado, y deberíamos esperarnos que a la joven no se le preguntaría tampoco si ella desea casarse con un primo desconocido o no. No obstante, ésta familia patriarcal tenía conocimiento del plan de Elohim: Y
el siervo le respondió: «Quizá la mujer no querrá venir en pos de mí a
esta tierra»; Avraham le dijo: «Si la mujer no quiere venir en pos de tí,
serás libre de este juramento».
Ahora bien, si hay alguno que insiste en que la Biblia es un libro centrado
en la supremacía masculina, tal
persona debe ponderar el comportamiento de este patriarca, que aparentemente
no tuvo cuidado de la voluntad de su propio hijo, pero respetó la de la
joven mujer a la cual pidió que fuese su nuera! Considerando el periodo
en que estos
eventos ocurrieron, debíamos esperarnos del siervo que respondiese “Quizá
el padre de la mujer no querrá dártela para tu hijo”; pero el siervo,
conociendo a su patrón, preguntó directamente por la opinión de la moza. Y
el siervo tomó diez camellos de los camellos de su señor, y se fué,
tomando toda clase de regalos escogidos de su señor; y se puso en camino…
Y aconteció que antes que él acabase de hablar, he aquí Rivkah, que
había nacido a Bethuel, hijo de Milkah, mujer de Nachôr hermano de
Avraham, la cual salía con su cántaro sobre su hombro. Y la moza era de
muy hermoso aspecto, virgen, a la que varón no había conocido… le
presentó el hombre un pendiente de oro que pesaba medio shekel, y dos
brazaletes que pesaban diez… Rivkah tenía un hermano que se llamaba
Laván, el cual corrió afuera al hombre, a la fuente. Y fué que como vió
el pendiente y los brazaletes en las manos de su hermana, que decía: «Así
me habló aquel hombre», vino a él, y le dijo: «Ven, bendito de Adonay;
¿por qué estás fuera? yo he limpiado la casa, y el lugar para los
camellos»… Ellos respondieron entonces: «Llamemos la moza y
preguntémosle». Y llamaron a Rivkah, y le dijeron:
«¿Irás tú con este varón?» Y ella respondió: «Sí, iré». Aquí he citado sólo algunos versos importantes, ya que la historia es bien conocida y es narrada a lo largo de todo el capítulo 24 de Génesis. Evidentemente, la sociedad patriarcal de la Biblia no era tan centrada en la supremacía masculina como a menudo es considerada, al menos, no aquella de los antiguos Hebreos como la familia de Avraham. Algunos críticos arguyen que el factor convincente fué la cantidad de regalos que llevó el siervo de Avraham, conociendo el carácter del hermano de Rivkah. Pero en última instancia, no sólo Avraham liberó a su siervo del juramento en el caso que la mujer no hubiese aceptado de venir con él, sino también la familia de ella la consultó si estaba dispuesta a casarse con el primo desconocido. Ellos no la vendieron. Yitzchak la introdujo en la tienda de su madre Sarah, y Rivkah fué
su mujer, y él la amó. A diferencia de su padre y de sus hijos, Yitzhak tuvo una sola mujer y ninguna concubina, lo que era muy inusual para un patriarca. Rivkah fué sabia en su elección. Y
aconteció que cuando hubo Yitzchak envejecido, y sus ojos se
ofuscaron quedando sin vista, llamó a Esav, su hijo el mayor, y le dijo: «Mi
hijo…
toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo, y tráeme
caza. Y hazme un guisado, como yo gusto, y tráeme lo, y comeré; para que
te bendiga mi alma antes que muera».
Y Rivkah estaba oyendo, cuando hablaba Yitzchak a Esav su hijo. Y Esav fué
al campo para buscar la caza que había de traer. Entonces Rivkah habló aYaakov
su hijo,
diciendo: «He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esav tu hermano…
ahora pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando. Vé ahora al
ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de
ellos viandas para tu padre, como él gusta. Y tú las llevarás a tu
padre, y comerá, para que te bendiga antes de su muerte»… Y tomó Rivkah
los vestidos de Esav su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en
casa, y vistió a Yaakov, su hijo menor. Y le hozo vestir sobre sus manos
y sobre la cerviz donde no tenía vello, las pieles de los cabritos. Y
entregó los guisados y el pan que había aderezado, en mano de
Yaakov su hijo. Y él fué a su padre… Él [Yitzchak] no le reconoció… y le
bendijo… «Elohim te dé del rocío del cielo, y de las grosuras de la
tierra, y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos, y naciones
se inclinen a ti; sé señor de tus hermanos, e inclínense a ti los hijos
de tu madre. Malditos los que te maldijeren, y benditos los que te
bendijeren». Rivkah
puede aparecer como una mujer astuta que se aprovechó de la ceguera de
su marido para hacer que su hijo favorito fuese bendecido en lugar del
primogénito,
como estaba establecido por la ley patriarcal. Sin embargo, ella sabía que
el marido estaba afligido por la manera en que Esav conducía su vida, no respetando
la ley de sus padres. Rivkah se comportó según el plan del Señor, porque Yitzhak no
habría infringido la ley y habría de todos modos bendecido a Esav –
él habría hecho lo que era justo según la ley. Entonces, el Único que
está por encima de la ley tuvo que actuar a través de Rivkah (de nuevo,
una mujer que cambió el entero curso de la historia!), y de ésta manera, Yitzhak
fué inocente de haber quebrantado la ley porque lo hizo involuntariamente, y bendijo a Yakov,
el progenitor del pueblo de Israel.
Tamar es un ejemplo de cómo muchas veces las mujeres han sido denegadas de sus derechos y han tenido que proyectar un plan para poder obtener justicia, aún arriesgando la propia vida. Tamar tuvo que soportar el desprecio y la humillación en el ambiente dominado por la supremacía masculina en el cual ella vivía, y es incluso acusada de inmoralidad sexual y de comportamiento engañoso por el legalismo religioso del presente, sin tener en cuenta que la Biblia en cambio reivindica su justicia y sabiduría. Y
vió allí Yehudah la hija de un hombre Cananeo, el cual se llamaba Shúa;
y tomóla, y entró á ella.
Sabemos que la familia de Yakov estaba bajo el requisito de brit milah
(circuncisión), por lo cual no les estaba permitido tomar mujeres de
pueblos que no seguían esta observancia. Excepto Yosef, que se casó con Asenat
la Egipcia, y Yehudah, no se nos dice dónde los hijos de Yakov
encontaron a sus esposas, pero podemos entender por las Escrituras que
ellos buscaron mujeres de la descendencia de Avraham, quizás incluso Ismaelitas
y Madianitas. Yehudah tomó mujer para su primogénito Er, la cual se llamaba
Tamar. Aunque las Escrituras no dicen nada sobre el origen de la familia de Tamar, no hay ninguna objeción acerca de su elegibilidad – si no, como en el caso de la mujer de Yehudah o de las de Esav, habría sido especificado que ella también era Cananea, o Hitita, o de algún pueblo con el cual los Israelitas no debían casarse. También es razonable pensar que Yehudah no tenía intención de ir más lejos fuera de la ley de su propio pueblo, y habría elegido para sus propios hijos mujeres de la descendencia de Avraham. Sin embargo, sus hijos, siendo por mitad Cananeos no fueron designados para perpetuar el nombre de Yehudah en las Tribus de Israel. Er,
el primogénito de Yehudah, fué malo á los ojos de HaShem y HaShem le
quitó la vida.
Entonces Yehudah dijo a Onán, «Entra a la mujer de tu hermano, y cásate
con ella, y levanta simiente a tu hermano». Y sabiendo Onán que la
simiente no había de ser suya, sucedía que cuando entraba a la mujer de
su hermano vertía en tierra, por no dar simiente a su hermano. Y
desagradó en ojos de HaShem lo que hacía, y también le quitó la vida.
Había una antigua ley que establecía que cuando moría un hombre sin
haber dejado descendencia, su hermano debía casarse con la viuda, y a
ella no se le permitía casarse fuera de la familia del marido fallecido.
Su hijo primogénito habría pertenecido al hermano muerto, para que su
nombre fuese perpetuado. Ésta ley implicaba que el hijo heredaría todos
los derechos de su tío fallecido,
prevaleciendo sobre los derechos de su padre biológico. Y
Yehudah dijo a Tamar, su nuera: «Quédate viuda en casa de tu padre, hasta
que crezca Shelach mi hijo»; porque dijo: «Que quizá no muera él también
como sus hermanos». Y Tamar se fué y estuvo en la casa de su padre. Y
pasaron muchos días, y murió la hija de Shúa, mujer de Yehudah. Y fué
dado aviso a Tamar, diciendo: «He aquí tu suegro sube a Timnath a
trasquilar sus ovejas».
Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un
velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enayim junto al camino de
Timnath; porque veía que había crecido Shelach, y ella no era dada a él
por mujer. Y la vió Yehudah
y la tuvo por ramera, porque había ella cubierto su rostro. Y apartóse
del camino hacia ella, y le dijo: «Déjame ahora
entrar en tí»,
porque no sabía que era su nuera; y ella dijo: «¿Qué me has de dar, si
entrares a mí?» Él respondió: «Yo te enviaré del ganado un cabrito de
las cabras». Y ella dijo: «Me has de dar prenda hasta que lo envíes».
Entonces él dijo: «¿Qué prenda te daré?» Ella respondió: «Tu anillo, y
tu manto, y tu bordón que tienes en tu mano». Y él se los dió, y entró a
ella, la cual concibió de él. Y sucedió que al cabo de unos tres meses
fué dado aviso a Yehudah, diciendo: «Tamar, tu nuera
ha fornicado, y ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones».
Yehudah dijo: «Sacadla, y sea quemada».
Y ella cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: «Del varón cuyas son
estas cosas, estoy encinta». Y dijo más: «Mira ahora de quién son estas
cosas, el anillo, y el manto, y el bordón». Entonces Yehudah los
reconoció, y dijo: «Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a
Shelach mi hijo». Yehudah
cometió un error en casarse con una Cananea, y ninguno de los hijos de
ésta habría sido elegible para perpetuar el nombre de la Tribu en
Israel. La muerte de la mujer de Yehudah no es un detalle marginal, sino
que allanó el camino a Tamar para cumplir con el propósito para el cual
fué llamada: perpetuar la heredad de Yehudah según un linaje aprobado.
Ésta es la principal razón espiritual detrás de todo lo ocurrido. Y
aconteció que al tiempo del dar a luz, he aquí había gemelos en su
vientre. De éstos mellizos descendieron casi todos los miembros de la más importante de las Tribus de Israel. La mujer Cananea de Yehudah no era la elegida para perpetuar el nombre de la Tribu, sino Tamar, y Elohim la designó para mantener la estirpe de Yehudah según el Pacto.
Tzíporah (Séfora)
Tzíporah es
mencionada por su nombre solo tres veces en las Escrituras, y con
frecuencia se pasa por alto su importancia en la vida de Moshé.
Probablemente era la mayor de las siete hijas de Reuel/Yethro, ya que
ellas vivían en la casa de su padre cuando conocieron a Moshé en el pozo
(Éxodo 2:16), por lo tanto, todas ellas debían ser todavía solteras.
Y aconteció
en el camino, que en una posada HaShem le salió al encuentro, y quiso
matarlo. Entonces Tzíporah tomó un pedernal afilado, y cortó el
prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: «En verdad tú me
eres esposo de sangre». Así le dejó luego ir. Y ella dijo: ‘esposo de
sangre’, a causa de la circuncisión.
Los
Madianitas, siendo descendientes de Abraham, practicaban la
circuncisión, aunque aparentemente no la realizaban a los ocho días
después del nacimiento como lo hacían los Israelitas, sino justo antes
de la pubertad, como los Ismaelitas. Cuando Moshé fue enviado por Adonay
para liberar a su pueblo de Egipto, él y Tzíporah ya tenían dos hijos,
Gershom y Eliezer, pero uno de ellos aún no había sido circuncidado
hasta ese momento. Moshé no podía ser el representante de Elohim sin
estar plenamente en la observancia del Pacto. Por lo tanto, Adonay
“quiso matarlo” a través de una enfermedad repentina. Tzíporah entendió
cuál era la razón de ese comportamiento aparentemente contradictorio de
Elohim, Quien había enviado a Moshé para una misión tan crucial y cuando
Moshé estaba en camino de cumplir el mandato, HaShem lo enfermó
gravemente, y ella oportunamente hizo lo necesario para salvar la vida
de su esposo.
Entonces
Miryam y Aharón hablaron contra Moshé por causa de la mujer cushita con
quien se había casado –pues se había casado con una mujer cushita–; y
dijeron: ¿Es cierto que HaShem ha hablado solo mediante Moisés? ¿No ha
hablado también mediante nosotros? Y HaShem lo oyó.
La “mujer
cushita” es Tzíporah, la única esposa de Moshé. ¿Por qué se la llama
“cushita” en este pasaje? Probablemente para realzar un aspecto
particular de ella, ya sea su origen étnico o su apariencia. Ella era
madianita, por lo tanto, tenía origen hebreo a través de Avraham, y en
general los Madianitas no eran físicamente diferentes de los Israelitas;
sin embargo, también puede haber tenido una tez un poco más obscura –no
se nos da información sobre la etnia de su madre–, y si este fuera el
caso, el término “cushita” tendría el significado de “piel oscura” sin
hacer referencia a su nacionalidad. El mismo adjetivo también puede
implicar que era una mujer hermosa. No obstante, esta era también una
forma despectiva de llamar a los Madianitas, y en algunos textos
antiguos a Madián también se la conoce como Kush, como en Habacuc 3:7.
La historia de Rahav es otro ejemplo de una mujer que fué bendecida por el Omnipotente por haber contribuido al cumplimiento de Su designio, y en las Escrituras ningún juicio negativo es pronunciado sobre ella. Yehoshua hijo de Nun envió desde Shittim dos espías secretamente,
diciéndoles: «Andad, reconoced la tierra, y Yerico». Los cuales fueron,
y entraron en casa de una mujer ramera que se llamaba Rahab, y posaron
allí. Y fué dado aviso al rey de Yerico, diciendo: «He aquí que hombres
de los hijos de Israel han venido aquí esta noche a espiar la tierra».
Entonces el rey de Yerico envió a decir a Rahab: «Saca fuera los hombres
que han venido a ti, y han entrado en tu casa; porque han venido a
espiar toda la tierra». Mas la mujer había tomado los dos hombres, y los
había escondido; y dijo: «Verdad que hombres vinieron a mí, mas no supe
de dónde eran: y al cerrarse la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres
se salieron, y no sé a dónde se han ido: seguidlos de prisa, que los
alcanzaréis». Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había
escondido entre tascos de lino que en aquel terrado tenía puestos. De lo
narrado en este pasaje, según los cánones del oficialismo religioso Rahav
sería calificada no sólo como una prostituta, sino también como
mentirosa y traidora, desleal hacia su propio pueblo, y una colaboracionista
con el
enemigo – y también es evidente que los espías Israelitas no fueron
buenos ejemplos para el Mossad, ya que fueron descubiertos muy pronto!
Tampoco sabemos por qué fueron justamente a la casa de una prostituta… Yehoshua dijo á los dos hombres que habían reconocido la tierra: «Entrad
en casa de la mujer ramera, y haced salir de allá a la mujer, y a todo
lo que fuere suyo, como lo jurasteis». Y los jóvenes espías entraron, y
sacaron a Rahab, y a su padre, y a su madre, y a sus hermanos, y todo lo
que era suyo; y también sacaron a toda su parentela, y los llevaron
fuera del campo de Israel. Y consumieron con fuego la ciudad, y todo lo
que en ella había: solamente pusieron en el tesoro de la casa de Adonay
la plata, y el oro, y los vasos de metal y de hierro. Mas Yehoshua salvó
la vida a Rahab la ramera, y a la casa de su padre, y a todo lo que ella
tenía; y habitó ella entre los Israelitas hasta hoy; por cuanto escondió
los mensajeros que Yehoshua envió a reconocer a Yerico. Su
acción le permitió de superar el anatema que Elohim había determinado
para su pueblo, el cual no era admitido para contraer matrimonio con el
pueblo de Israel (Éxodo 34:15-16), y ella fué aceptada para habitar en Israel
todos los días de su vida. ¡Qué contraste con la mujer de Yehudah, cuya
descendencia no fué aprobada y debió ser Tamar quien perpetuó el linaje
de la entera
Tribu! Las Escrituras Hebreas no dicen nada más sobre su vida, sólo que
ella y su familia se unieron a Israel, y debemos pensar que también sus
hermanos y hermanas se casaron dentro de su nueva nación. Es también obvio
que ella dejó de ser una prostituta sacra, sino que fué una mujer devota
al Elohim de Avraham, Yitzhak y Yakov, y que se construyó una familia
según la Ley Mosaica. Su antigua vida fué quemada con la ciudad donde
ella vivió, y fué llamada a una nueva vida sirviendo al Dios que no requiere
profanar el propio cuerpo para adorarle.
Akhsah es una joven mujer que generalmente no es notada, aún siendo mencionada en dos pasajes paralelos de dos libros de la Biblia: Y
dijo Kalev: «Al que atacare a Chîriath-Sepher, y la tomare, yo le daré a
mi hija Akhsah por mujer». Y la tomó Otniel hijo de Kenaz, el hermano de Kalev;
y él le dió por mujer a su hija Akhsah. Y cuando ella vino [a él], lo
persuadió de que pidiera a su padre un campo fértil. Y ella descendió
del asno; y Kalev le dijo: «¿Qué tienes?»
Ella entonces le respondió: «Dame una bendición: que pues me has dado
tierra de secadal, me des también fuentes de aguas». Entonces Kalev le
dió las fuentes de arriba y las fuentes de abajo. En la
sociedad patriarcal no era inusual que una hija fuese ofrecida como
trofeo para el guerrero más valiente, y ésto es lo que sucedió con
Akhsah.
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